martes, 20 de octubre de 2009

WELLINGTON

Hoy el camino me fue llevando desde Rotorua en dirección al sur de esta parte del país, la isla del norte.
Mi stop es Wellington y la sorpresa de encontrarme con una ciudad tan diferente a Auckland y muchísimo más linda. Estoy aquí por pocas horas, pero intenté caminar lo más posible, poniéndole el cuerpo al frío que es intenso, tanto como el viento helado de nuestro sur.
Sin embargo, la ciudad es enérgica, vital e invitaba a recorrerla. Muchísimos lugares lindísimos para come o para tomar algo; edificios modernos pero también antiguos cuidados, protegidos; y la gente que parece tener una onda diferente.

El camino hacia aquí también fue increible, a pesar de que fueron pocos los momentos de sol y más los de tormenta.
Imagino que el color de la tierra debe ser de un verde intenso -no pude darme total cuenta hoy- pero si pude imaginarlo y también ver como se derramaba en incontables laderas con sus picos, sus mesetas, sus redondeces. No alcanzaba la vista para abarcarlos a todos. Cada tanto, un río correntoso y luego, la planicie para otra vez armarse el revuelo de los montes. Ovejas, vacas, algunos pueblos que aparecen ordenados, prolijos; algunos más grandes con su calle principal, la oficina de correos, la terminal de omnibus. Y sobre todo eso, las nubes que acompañan siempre, como en nuestro sur, hoy grises pero imponentes.






Solo algunas fotos... para que vean que el movimiento bajo la tierra no es un chiste, y otra con un maori haciendo monerias, poco serio..., y Rotorua desde la terraza del Museo, antes era el hospital donde se hacían las curas de barro.