Ya en el aeropuerto de Auckland, en mi vuelo demorado de Aerolineas. Subo dos fotos; una me la saqué este mediodía en el Harbour de la ciudad, brindando por mi propia despedida; la segunda la saqué en el tren volviendo del sur y es la pantalla de mi computadora.
Quedaron muchísimas fotos y sobre todo muchísimas impresiones. Muchas veces no tuve el tiempo otras, el medio para mantener mi blog.
Pero esto fue lo que salió, sin pretensiones de nada.
Sólo por el placer de compartir, y de transmitir que no importa dónde ni cuándo, siempre se puede y siempre vale la pena.
La vida, como dice Serrat, nos invita a bailar. Y esa es la cuestión. No importa a veces para qué, ni cómo.
Dejarse llevar, abrir los brazos y abrazar la vida que generosa y también misteriosa y compleja nos toma de la mano para conducirnos con gratitud.