martes, 21 de julio de 2009

CUANDO LO DECIDI, ESTABA LOCA

..., y además, lo pagué.
Eso pensaba esta mañana, sentadita en primera fila, en mi primer día de clase.
Porque el curso es intenso y en el break que tuvimos de diez minutos cuando salí como una adicta a buscar un café y vi el cielo tan azul y cuando sentí en el corazón el calorcito de este invierno-casi primavera que tienen por acá, me di cuenta que sí, que estaba loca. Fue entocnes que volví a clase con la sensación de que me iba a estallar la cabeza. Help, I`m exhausted!
Cuando terminamos, al mediodía, tomé uno de los buses que van hacia la ciudad y caminé, caminé, caminé hasta llegar a Darling Harbour. Es una gran bahía en la que de un lado y del otro hay restaurantes, cafés, lugares para sentarse al sol y mirar, por ejemplo, desde uno de los tantos puentes que van amarrando cada uno de los brazos en que se abre la ciudad, el centro financiero de Sydney, moderno, brillante y sobre todo armónico. Hay olorcito a mar, gaviotas, diseño y arquitectura en cada uno de los edificios.
Me tomé todo el tiempo del mundo para sentarme y darme cuenta de que sí, por fin estaba aquí y para acomodar también sobre la espalda la mochila con la compu, los libros que me dieron esta mañana en el curso, más un sweater, bufanda y abrigo que como una naba me puse bien temprano cuando salí del departamento.
Mi recorrido siguió por Chinatown, un barrio que nunca suele ser demasiado lindo ni demasiado pintoresco en todas las ciudades. No es original encontrar chinos aquí porque TODO Sydney está lleno de asiáticos. (En mi curso, de los 13 que somos en total, 11 son asiáticos).
Hoy ya siento que puedo andar por todos lados y me estoy ubicando. Y además, regreso con orgullo a mi casita; anoche me tomé el bus al revés y cuando me di cuenta terminé pidiendo ayuda en otro barrio.
I promise: ¡Mañana dejo todos los abrigos y salgo con la cámara de fotos!

CUANDO LO DECIDÍ, ESTABA LOCA