viernes, 11 de septiembre de 2009

Desde The Spit hasta Manly

Hoy en lugar de clase, se organizó una excursión a The Royal Botanical Gardens. Como ya fui tres veces desde que llegué (¿pueden creer que mis classmates chinos y japos no fueron nunca?), me dio pereza hacer este programa de nuevo; me dio pereza además la "excursión escolar", aunque sea una buena oportunidad para practicar el inglés con otras clases y otros teachers... Conclusión: logré vencer mi "deber ser" y me borré por un paseo mejor, ya que me habían dicho que, cuando pudiera, hiciera la caminata desde The Spit Bridge hasta Manly, algo más de 6k, bordeando el mar.

Igual les puedo contar que el tema de la "excursión", además de las flores, iba a ser The Flying Foxes. Suena a mariposas, pero son murciélagos aunque más lindos que los que conocemos, si les cabe el adjetivo. Hay miles de ellos en Sidney, especialmente en The Botanical Gardens. Por un lado se los protege porque ayudan a la reforestación y al medio ambiente, por otro lado es tanto lo que se multiplican y la incidencia en el daño que causan a las plantas y a las flores que se han convertido en un problema, uno de los "arduas" cuestiones a resolver que tienen en lista los australianos.
Cuando estuve por allí, sin saber tanto del tema, les saqué algunas foto mientras rogaba que esas cositas que colgaban a montones en cada árbol y sobre mi cabeza no se movieran de su lugar.

Como para mi paseo (la rateada, bah) me olvidé la cámara, voy a tener que escribir un poco y la verdad: estoy bastante vaga...
Pensaba en que debía encontrar palabras y prometo que surgieron muchas en ese momento y que ahora, al tratar de recrearlas me es trabajo. Puedo escribir: intenso silencio, apreciada soledad, increibles y profundas sensaciones; subir y bajar por senderos en los que solo crucé enormes lagartijas que corrían asustadas al sentir mis pasos. En algún punto me encontré con una pareja que había descubierto un puercoespín confundido entre la vegetación; les agradecí, no lo hubiera visto sin su ayuda.
La caminata me llevó casi cuatro horas tomándome el tiempo para disfrutar de las vistas panorámicas desde los acantilados, para sentarme a escuchar y a oler, para explorar alguna playita perdida, o para simplemente meditar. Fue un buen día y durante el regreso, by ferry, supe que voy a extrañar este lugar.